Un Jardín Japonés es toda una experiencia… un baño en armonía, tranquilidad, paz, belleza y salud interior….
El primero que conocí fue el Jardín Japonés de Portland, en USA, que para llegar al mismo debía atravesar sorpresivamente, un vecindario privado, y un maravilloso jardín de rosas, que te envuelven en sus colores y aromas, de una manera diferente, como tentadora, como invitadora a explorar los diversos aromas y colores…
Pero llegar al jardín japonés, desde el recorrido para ingresar es todo un proceso de anticipación, una transición del ruido externo hacia el silencio interior… poco a poco, cautivadoramente…. Con pequeños detalles, hermosos árboles, fuentes creativas… cuando finalmente ingresé…. Todo se detuvo en mi interior… no más palabras, no más movimiento… fue sólo un arrebato y súbito anhelo de convertirme en un árbol, allí mismo… y nada más. Sentir la necesidad de ser parte de esa belleza, esa armonía…ese silencio…
Recorrerlo cada vez, es una maravillosa experiencia personal… casi indescriptible.
Luego aprendí, que cada jardín bien logrado, tiene un potencial de sanación increíble, sana tu mente, tus sentidos, tus silencios y hasta tus ruidos…
Allí nació la necesidad de traer esa inspiración a Honduras, con nuestro pequeño jardín actual, diseñado y construido por el arquitecto paisajista japonés, Tamotsu Tongu, es la piedra inicial para extenderlo por todo nuestro pequeño complejo en la Plaza Techos Verdes…. y si todo sale como aspiramos muchos vecinos, quizás a toda la colonia misma!
Hoy el sueño es mayor, crear una escuela de campo para traer diseñadores y constructores voluntarios a mantener un programa anual de creación de jardines, pues cada jardín que existe, tiene el potencial de tocar el alma a cada uno, de inspirar sus mejores deseos, sus anhelos a ser exteriorizados… a ser esa gotita, que contiene todo el océano en sí misma.
Esa es la invitación de hoy, a venir a disfrutar este pequeño jardín, que tal vez también toque tu alma…. para sanar entre todos, este hermoso país que tenemos.
Muchas gracias desde ya.
Angela M. Stassano Ráquel
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